lunes, 6 de febrero de 2012

Inspectores con flores, detectives azules

Entro en un jardín rebosante de Flores azules. La vegetación forma un perfecto circulo, excepto por dos aberturas de poco más de un par de metros, situada una al norte y otra al sur, que permiten atravesar, casi recto, este fortín natural de pétalos del color del cielo. En el centro, sobre una base de delgada piedra -también circular-, veo una mesa de estructura metálica . En lo más alto, un fino cristal. Y encima, a modo de curiosa maceta, un boll redondo y enorme de palomitas -de los que dan en los cines- que sirve de curioso e inestable hogar a otra de estas plantas que iluminan de azul el lugar en el que estoy. A la mesa le rodean varias sillas, también de mimbre metálico, con unos cojines naranjas y luminosos que llaman no solo mi atención sino también a mis ganas de sentarme. Tras hacerlo y tomar un poco del té que llevo en mi cantimplora, comienzo a escuchar unas voces que se acercan por la abertura contraria a la que yo entré. Intento identificar las voces y descubro que son dos, una de hombre y otra de mujer. La del hombre me es completamente conocida, aunque no puedo identificar a quién pertenece, y la de la mujer, que sé que también conozco, tampoco me da ninguna pista de a quien voy a recibir.

- ¡Constantino! – grito - ¿No eres tu, no?
Soy consciente de que, en principio, la pregunta suena absurda. Me río internamente conmigo mismo.
- ¡Si!¡No! –me responde la voz de Constantino, yo aún sin verle-. Vengo vestido de Clint.
- Ok –respondo-. Pero aún así… ¿quien eres?.
- No me extraña que no lo sepas –dice la voz de la mujer-. Ni siquiera me mencionaste en tu último escrito, y eso que a mi compi le dedicaste un monográfico completo.
- Si es monográfico sobre alguien –digo- se supone que es completo.
- Pues venga –dice de nuevo Clint/Constantino Romero-. Alégrame el día.
Entran en el jardín Harry Callahan y su compañera de la tercera parte de sus aventuras, titulada originalmente The Enforcer.
- ¿Cómo? –exclama la mujer, visiblemente ofendida -¿Soy “la compañera de Harry El Ejecutor”? … ¿Es que no recuerdas mi nombre o qué?
- No –confieso falsamente avergonzado -, pero dadme un instante que lo miro en el Google.

- Encantado de conocer su nombre, inspectora Kate Moore –digo tras unos momentos-. ¿O debería decir Tine Daly?
- Diga lo que quiera –contesta-, pero no me dé la brasa.
Les miro un momento, preguntándome si se sentirán incómodos por mi presencia en ese lugar. Tras unos segundos de silencio, me decido a preguntar:
- ¿Y qué hacéis por aquí?.
- Hemos quedado con unos amigos –responde Harry-. Si no tienes nada que hacer, puedes quedarte.
Analizo mentalmente mi agenda por unos segundos, y tras mover un par de citas, accedo a pasar con ellos el tiempo que permanezca en ese jardín.
- Quizá luego nos movamos todos al bar –añade Callahan, poniéndose sus gafas de sol-. Yo, por ahora, os espero allí.
- ¿Te vas? –pregunta Daly a su compañero.
- No. Solo voy a beber algo hasta que lleguen los demás.
- No sabía que había bar –se me ocurre comentar.
Harry me mira con ojos amenazantes, o al menos así los imagino bajo los cristales oscuros. Empiezo a temblar ante la posibilidad de que vaya a soltarme alguna de sus frases/preguntas con trampa y que, utilizando cualquier excusa, decida sacar su revólver a pasear.
- La verdad –comienza a decir, lentamente- es que voy a visitar los aseos de la instalación. Estoy mayor para motes y no quería daros ninguna otra excusa para seguir llamándome Harry El Sucio.
- Mientras que después te laves las manos no lo haremos.
- Luego os veo –dice Harry-. Llamadme en cuanto lleguen las chicas, o si llama Michael. Le dejé un mensaje a Kitt diciendole donde estariamos.
Callahan sale del jardín por el lugar por el que yo entré, y Daly y yo nos miramos.
- Yo tampoco sabía que había aseos -dice.

En ese momento suena un móvil. Como sé que yo no llevo, miro a la inspectora Moore, que comienza a revolver en su bolso de cuero negro. Extrañado de verla con sus ropas de los años 70/80 y su teléfono móvil ultimo modelo año 2008, me llama la atención que la música que tiene seleccionada sea la de la serie “Los ángeles de Charley”.
- Dime. –dice Daly-. ¿Que pasa?
Se producen unos segundos de silencio, en los que los ojos de la actriz miran hacia arriba mientras escucha, indicando con sus gestos que la conversación, más que cansarla, la exaspera. Vuelve a hablar:
- Tranquila Farrah. Harry dice que hay bar –sigue mirando al cielo... cierra los ojos... noto que se agota su paciencia-. No, aún no ha llegado nadie.
En ese instante entra, por el mismo lugar que llegaron Clint y su pareja, una mujer rubia, pelo a tazón extraño y pintas setenteras/ochenteras hasta la medula. Enorme cuello semipicudo de chaqueta. Sobre él reconozco su rostro, aunque ignoro su nombre por completo. Al verla, la inspectora pone rápidamente fin a la conversación telefónica.
- Luego nos vemos Farrah. Acaba de llegar Sharon –Me mira unos instantes y, señalándome con los ojos a la recién llegada, me dice-. Es mi otra compañera.
Cuando se acercan para besarse y saludarse, ahí, viéndolas juntas, caigo en la cuenta de quien es esa mujer que ha llegado.
- ¡Sois Cagney y Lacey!
- Si. Pero... ¿quién es quién?

De nuevo simulando un rubor inexistente, agacho la cabeza y me doy unos instantes para averiguarlo. Tras navegar por la red, vuelvo a mirarlas.
- Encantado de conocerla, Cagney/Sharon Gless –digo a la recién llegada- Descubro en el imdb, muy sorprendido, que la primera Cagney no fue usted, sino Loretta Swit, la aztriz que interpretaba a la Mayor Margaret Houlligan, alias “Morritos Calientes”, en la deliciosamente irónica M:A:S:H:
- Eso sólo fue en el episodio piloto –me dice, bastante seria-. Lo único que quedó de ella en el personaje fue el color de pelo.
Lentamente deja de mirarme y le pregunta a su compañera:
- ¿Y este quién es?
Lacey me presenta como lo que soy. Después, tras saludarnos amigablemente y darnos un par de besos, decido confesarlas sin tapujos lo que realmente opinaba de su serie.
- Nunca me entusiasmo –digo-, y aunque comprendo que molara el hecho de que una madre de familia con un marido semivago fuese además –o sobretodo- una de las más eficientes inspectoras de la policía de Nueva York, a mí, la verdad, no me llegó nunca.
- Era otro punto de vista –dicen ellas.
- Es Starsky y Hutch en femenino –digo yo.
- Hablando del rey de Roma... –vuelven a decir ellas-... aquí llegan los príncipes.
Me giro y veo entrar, por la misma abertura sur por la que llegué yo, la inconfundible estampa de la pareja de policías más clásica de mi infancia. Al verles andando hacia donde yo estoy, no puedo evitar hacerles la pregunta que me ronda por la cabeza desde que les he reconocido:
- ¿Donde habéis dejado el Torino rojo de inconfundible raya blanca?




miércoles, 1 de abril de 2009

Bye Dirty Harry Bye

Conecto el ordenador portátil, después de deambular todo el día por fuera de casa. Abro el Itunes y veo que hay un nuevo capítulo de uno de mis podcast preferidos. Hoy es un semimonográfico de Clint, y hablarán de dos de sus películas, “Gran Torino” y “El Sargento de Hierro”. Recientemente les escribí un comentario en relación a Constantino y a Clint, Romero y Eastwood, de los que ya he hablado en este blog y razón por la cual hoy describo aquí lo que está pasando. Un “malentendido” relacionado con “Gran Torino” y el doblador de la voz del prota tiene la culpa. Clint Constantino el Sucio ha vuelto a la ciudad.

Los comentaristas cinematográficos que protagonizan el podcast son dos -y un tercero que a veces susurra mientras se encarga del proceso técnico- y suelen “discutir” entre doblaje y versión original. Yo aclaro desde un principio que, a pesar de mi amor por la voz de Constantino y de algunos doblajes -normalmente de hace mucho tiempo-, soy completo defensor de la versión original. El caso es que en un programa anterior hablaron de “Gran Torino”, y al hablar del trailer en castellano no parecieron reconocer la voz de Romero. Decían que le habían puesto la voz de un señor de cuarenta años. Mi comentario pretendía aclarar ese malentendido, no tanto la edad de Romero sino el hecho de que la voz del doblaje era la voz habitual de Clint. Dejé llevar mis dedos y les escribí.

Estoy escuchando el podcast. Normalmente lo hago de manera lineal, de principio a fin, pero confieso que hoy he ido directamente a la última parte, donde presumiblemente estará la respuesta de la gente del podcast a lo que les comenté. Encuentro el inicio de la sección, y lo escucho expectante mientras tomo un café. Mi comentario fue de los últimos en aparecer, por lo que es de suponer que la respuesta vendrá de las más tardías. Cuando ya parece que llega, de repente, resulta que no, y por sus palabras entiendo que lo que yo quería oír se encuentra dentro del monográfico de “Gran Torino” que habían hecho previamente, y que yo, al saltarme la escucha lineal, aún no había escuchado. Tras pensar que el Karma me castigó por intentar variar el tempo de lo editado por el técnico del programa, voy al inicio de este y le doy al play. Ese fue el momento exacto en el que empecé a escribir, y este es el momento exacto en el que lo dejo de escuchar.

Le he dado al stop no porque no quiera oír el podcast mientras escribo, sino porque tras escuchar la introducción del programa y los comentarios de las noticias de la quincena han pasado directamente a la película de la última interpretación de Clint. Y ahí he tenido que parar. Quiero evitar escuchar algo sobre “Gran Torino” sin haberla visto antes. Pensé que siendo el plato fuerte del programa lo dejarían para el final, y que la visión de los podcasters sobre el rudo Clint Militar de Hierro amenizaría mientras escribía. No quiero seguir escuchando lo que dicen porque no quiero saber nada de la película antes de verla, por mínima que sea esa información. Podría volver a saltarme la escucha lineal, al fin y al cabo eso es una de las cosas que se caracterizan de los podcast, que no es una emisión lineal. Pero no, mejor escucho luego todo lo que me queda, tras ver esa posible despedida a su personaje a lo Harry el Sucio justiciero y vengador. Este podcast en concreto es especialista en tratar de evitar reventadas argumentales, pero aún así no me quiero arriesgar. Respeto a Eastwood lo suficiente como para querer ver sus pelis completamente a ciegas y, aunque parezca mentira por lo que escribo, en versión original. Miro las horas y ya al cine no puedo ir. Bueno, a uno si. Entro en Second Life e investigo por ahí. Encuentro un cine en el que la ponen, y en el que la calidad está muy bien. Sacada de un dvd y perfectamente definible como casi casi buenísima calidad. No una mala copia con un audio aun peor. Sorprendido me siento allí, centrando la mirada de mi avatar para llenar mi pantalla con la imagen que se proyecta. Voy a verla y luego sigo escuchando. No estará Constantino, esta vez no. Perfecta propia voz de actor tiene el amigo Clint.
...
...
Tras unas horas de pausa en la escritura ya he visto la película. Parece que esa despedida de Harry al fin llegó. Lo que antes eran tiros ahora necesita otra reflexión. Gracias Clint por el cine que nos has dado delante de la cámara, y gracias por el cine que vas a seguir dándonos actuando desde detrás. No estoy entusiasmado pero la peli me gustó, y no hablo más de ella porque no quiero destripar. Solo diré que a Constantino no le eché de menos. Si acaso, y solo un poco, en el fondo de mi corazón. Vuelvo a abrir Itunes y le vuelvo a dar al play. La gente del Podcast ya puede continuar. No me van a contar nada de la peli que no sepa ya.
Mientras escribo están hablando sobre la película, y aunque se esfuerzan muy mucho en no destripar nada me alegro de haberla visto antes de escucharlos. No solo porque así entiendes más lo que dicen sino porque además, en esta película concretamente, el guión no es precisamente muy muy denso, con lo cual apenas cuentas nada casi has contado todo menos el final. Aún no hablan del doblaje, aún Constantino no obtiene su respuesta. Ahora si. Ya llega el momento, voy a oír que dicen.

Tienen toda la razón. Constantino tiene la mejor voz de doblaje que puedo imaginar, pero es de esos casos en los que las voces del actor y del actor de doblaje son como la noche y el día, como el silencio y el grito, como el agua y el fuego. Clint no habla, susurra, y la voz de Constantino es todo menos un susurro. Insisto, tienen toda la razón, no se puede discutir. Aún así, Constantino, tu siempre serás para mi la mejor voz de Clint.


Pd. El podcast se llama “00Podcast”, y lo podeis encontrar y descargar aquí. Gerardo y Tomeu son los que hablan, y Jesús el que lo graba, a veces susurra, y además lo edita. A quien le guste oir hablar de cine seguro que le gustará. Y quien quiera saber lo que es un podcast también lo debería escuchar.

Up the Podcasters!!!
(Homenaje al “Up The Irons” de los Maiden)

domingo, 16 de marzo de 2008

EZcape From TeleviZion

Describo la escena tal como es:

En el comedor de la prisión, Clint deja de comer para hablar a sus compañeros:
- Creo que sé cómo salir de aquí.

Todos los que comen en la mesa dejan también de comer, y miran al tipo que ha hablado con la máxima expectación. Alguno, de otra mesa, mira también. Su escucha no es bienvenida.
- ¿Se puede saber qué miras? –le pregunta la voz de Constantino Romero.

Fuga de AlcatraZ - (Don Siegel, 1979)


Tornasol. Según le dice a Eastwood se llama así porque si hace frío se pone azul y se pone rojo si hace calor. Me gusta el nombre/mote del amigo de Clint en esta película. Tornasol (el encerrado Litmus, interpretado por Frank Ronzio). Mas bien es uno de sus amigos, ya que son varios y todos se juntan aquí en busca de esa ansiada libertad que hay detrás de la paredes que escarban. Tornasol, en concreto, es el hombre de gafitas redondas que cuida un ratoncillo mientras pasa una larga vida tras las rejas de “la roca”. Fuga de Alcatraz... en la bahía de San Francisco, podría decirse que patria chica de Clint Eastwood… el rostro de Callahan reconvertido en el de uno de esos delincuentes a los que preseguía el sucio Harry... mismo director que la primera de la serie del inspector (Dirty Harry, Don Siegel)… Mismo lugar… Siempre San Francisco… O sus calles o su más famosa prisión: Alcatraz. No diré si escapan o no. Y sí diré que si hablo de ellos es porque en Telemadrid la están pasando mientras me pongo a escribir. Por ahora Frank Morris, que así se llama el personaje al que interpreta el jinete pálido, agujerea con su cortaúñas una muy dura pared. Tras unos cuantos esfuerzos –más de los que aquí describo- consigue hacer en la pared de su celda un boquete por el que poderse deslizar. Introduce la parte superior de su cuerpo por el rectángulo de pared que ha conseguido deconstruir y, sorprendentemente, como si esa ventana diese por un lado a su celda y por el otro a mi habitación, el recluso Morris aparece en mi salón, saliendo de mi tele, como si fuese la niña de camisón y pelo largo y negro que aparece en “The Ring”.


- Di más bien –dice Eastwood a la vez que, ya en pié, se sacude el polvo de su celda- que soy como el tipo de “La rosa púrpura del Cairo”. Yo no he venido a hacer daño a nadie. Solo quería escapar.
- El último gran héroe. Saliendo de la pantalla para entrar en la realidad. No se si has hecho bien.
- En la ficción también estoy en la realidad. Al fin y al cabo esta historia de Alcatraz está basada en un hecho real... oye… ¿Tienes una cerveza?
- ¿En prisión no tenéis?
- La última birra que he visto en una cárcel la vi cuando nos hicieron un pase privado de “Cadena perpetua”. Desde que contemplé como se deleitaban en el tejado de la prisión… al solecito… hmmmm…. Vengo con ganas de cerveza fresca, si.
- Tengo una lata de CocaCola casi fría como el hielo.
- También me vale.

El momento de Cadena Pertetua al que se refiere Eastwood es, de la foto de arriba, de las pequeñitas superiores, la cuarta desde la izquierda. Sorry, no encontré una más grande.

Le indico donde está la cocina y, mientras va en busca de su refresco, continuo viendo la película. Sin su presencia se ha quedado completamente paralizada, al menos argumentalmente. Los presos hacen su vida, pero en lugar de una película de acción o suspense más me parece estar viendo una versión carcelaria de Gran Hermano, donde nunca pasa nada. Clint/Morris vuelve de la cocina bebiendo y, dándome las gracias con la mano, se sienta en otro de los sofás que pueblan mi salón. En ese momento, en la película, uno de los guardias carceleros está revisando las celdas. Morris/Clint se levanta como por un resorte y, dándome de nuevo las gracias, se dispone a entrar en el televisor.
- ¿Por qué vuelves? –pregunto-. ¿No era escapar lo que querías?
- Si –dice Frank/Eastwood-. Pero todo a su tiempo. Si no estoy allí, en mi celda, en un minuto, se vendrá abajo todo el plan. No sólo soy yo el que quiere huir.
- Pues cuidado con los tiburones que rodean la isla.
- Tranquilo. He cogido un poco de bacon ahumado que tenias en la nevera, junto a la CocaCola. Lo usaré si es necesario para despistar a los escualos.
- Fácil que esté caducado. Aunque para el uso que le vas a dar no creo que importe.
- Gracias again. Con tu permiso me llevo la lata, no solo porque no he acabado de bebérmela sino también porque quizá me venga bien el metal.
- Llevaté lo que necesites… tu alcaide es un cretino… y suerte con la fuga.
Entra por fin de nuevo en el televisor. En pantalla el carcelero se acerca a la celda de Clint, haciendo el consabido recuento. A Morris/Clint no le ha podido dar tiempo a llegar a su camastro y ponerse bajo las mantas. El guardia se acerca… ya casi está… va a ver que Frank está ausente de su celda… le van a pillar… ¡No!! Afortunadamente Clint tiene unos minutos más antes de que llegue el repaso a su catre, ya que Telemadrid ha vuelto a poner anuncios. Respiro aliviado, y cambio de canal. Sólo espero que el vigilante no huela el olor ahumado del bacon.


PD: La escapada de Clint, y el título de esta entrada del blog, me recuerdan muy mucho –cómo que es caZi igual- al muy recomendable disco de Jan HammerEscape from Televisión”, álbum que reunió, por primera vez, un buen puñado de temas originales de la banda sonora de la serie Miami Vice/Corrupción en Miami.

Y para los que quieran saber como acaba la fuga, aquí os dejo la información. SI NO QUEREIS SABERLO NO LE DEIS.

viernes, 29 de febrero de 2008

La Semana Sucia

Describo la escena tal como es:

Harry pone una bomba de relojeria, literalmente hablando, sobre la mesa de su superior, en plena comisaría central de San Francisco.
- ¿Pero que haces? – pregunta, pálido, el comisario.
- Es un recuerdo – dice Harry.


The Enforcer, o Harry el Ejecutor (1976), es la tercera de las películas de la saga de Harry Callahan. No es la mejor de las cinco, pero es la que ahora mismo está en mi televisor. Esta semana la he bautizado como “La Semana Sucia”, en honor a las historias que estoy viendo a la par que me tumbo a dormir. He visto ya las dos primeras con el mayor interés y hoy, mientas veo esta, he decidido ponerme también a escribir. Y sí, son las películas de Harry el Sucio.
Zodiac” tiene la culpa de todo esto. No creo destripar nada si digo que cuenta la historia del Asesino del Zodiaco, asesino en serie auténtico que tuvo en jaque a la policía de San Francisco durante varios años. No digo cuantos por si alguien no la ha visto. El caso es que viendo “Zodiac” descubrí –porque lo dicen, no porque yo sea muy listo-, que Harry El sucio (Dirty Harry - 1971) está, en parte, basada también en esta historia real. Aparte de que las calles por las que patrulla Harry son también las de San Francisco, el asesino al que persigue -y al que quiere apalizar- se llama Scorpio. No he dicho los años que Zodiac andó suelto, y no lo diré, pero si diré que comenzó asesinando en 1968 y que en 1971, cuando se estrenó Harry el Sucio, aún seguía haciéndolo. O lo que es lo mismo: El Asesino del Zodiaco pudo comprarse –y seguro que lo hizo- unas palomitas e irse al cine a ver un súper Blockbuster, protagonizado por Clint Eastwood y basado, en parte, en sus crímenes. ¿Qué pensaría de su personaje? Muy bien parado no sale, la verdad. ¿Influiría la peli en sus posteriores asesinatos?. Suena un poco escalofriante, pero confieso que estos escalofríos son los que me hicieron intentar recordar como era, exactamente, ese Scorpio de la película. Tampoco recordaba apenas nada de las otras cuatro y… aquí estoy, viendo ya la tercera… Acabó… Vamos a por la cuarta.

Describo la escena tal como es:

Harry entra en una cafetería de las típicas americanas, donde varios mangantes con pañuelos en la cabeza –los típicos chungos de las pelis de los 80- apuntan con armas al resto de los comensales.
- Nosotros no consentiremos que os vayáis – dice Harry.
- ¿Cómo “Nosotros”? -pregunta el mangi de turno. Se lo pregunta extrañado, claro, ya que Harry está solo.
- Smith… y Weson… y yo –contesta Harry sacando su arma y llevándoselos a todos por delante. A todos menos a uno, que es el mismo actor que interpreta al malo malísimo de la peli “El Rector”, que haciéndose el listo coge una rehén.
Harry se acerca a él, apuntando directamente con su Magnun a la cabeza del muchacho, lentamente.
- Anda… -le dice-… Alegrame el día.
Y claro, el chaval chungo se hace caquita.

Sudden Impact, o Impacto Súbito (1983), es la cuarta de las cinco. Me llama la atención, y además mucho, que sea en esta en la que el inspector Callahan diga, por primera vez en toda la saga, su más famosa frase: “Alégrame el día” (Make my day).Estaba convencido que salía en la primera, pero ya vi que no era así. Hubiese apostado entonces a que lo decía en la segunda, Harry El Fuerte -o Magnun Force (1973)-, pero no, hubiese perdido todo mi dinero. “Make my Day” es en la cuarta. Flipa. Es como si lo de “Que la fuerza te acompañe” no lo hubiesen dicho hasta “El retorno del Jedi”.O peor aún, en el Episodio I, La Amenaza del Asma -y perdonadme que de esta última no os ponga ni link.
“Mentecato”. Así es como llama Harry a su chucho en esta cuarta entrega. O al menos como lo llama su traductor. Si, Harry El Sucio tiene mascota. Los 80 no perdonan. Pero no nos asustemos, que entre el rato en que le da de comer y el rato que lo saca a mear, tiene ratos también para sacar a pasear su Mágnum, o su Smith and Weson, que no se si es lo mismo pero de armas no quiero saber.
En Harry 4, o Impacto Súbito –titulo en castellano al que le tengo un cariño especial porque lo tenia en una colección de cromos infantil y porque es la primera que me pilló con algo de uso de razón-, el tito Clint comparte cartel con Sondra Locke, su pareja de aquella época. El amor, en este caso, no parece que contribuyera a mejorar el arte. Llevo aproximadamente la mitad de la película, o algo más, pero creo poder decir ya que es, de las cuatro que llevo, la peor de todas. No se si se deberá a que aunque se rodara “solo” siete años después de la anterior es, en el fondo, un intento de Revival más que una secuela. Harry parecía olvidado en el rincón de los personajes insensibles superduros e intentaron resucitarle a base de perros, de cambios de escenario –no se desarrolla en San Francisco, pues se supone que Harry está de vacaciones- y de una historia que, aún admirando el poder de Eastwood para introducir en sus proyectos a la gente que le sale de las narices, implica la presencia -en exceso para mi gusto- de Sondra Locke. Pero vamos... a nivel... aunque esta sea la unica que ha dirigido el propio Clint... seamos honestos... No estamos hablando de una saga que brille especialmente por su calidad de argumentos. Pero si, este brilla aún menos.
Ops!!!… Los malos le han tocao al perro!!!… Ahora si que la han cagao!!!
Titulos de crédito. Final con canción. A lo James Bond pero sin pasar a la historia. Aquí se vé que en los 80 es cuando se empezaron a venderse realmente las bandas sonoras... Me hago unas palomas y me veo la última, o lo que aguante hasta que caiga dormido. Lalo Schifrin a los mandos. Roberta Flack la que canta. La canción no la dejan entera, por cierto.

Describo la escena tal como es:

Harry se va malhumorado del despacho de su jefe, que como es habitual le acaba de echar una buena bronca. Al abrir la puerta y cuando está a punto de salir al pasillo, se gira.
- ¿Tiene Hijos, teniente? –pregunta con la voz de Vader.
- No – contesta el teniente.
- Dios es Sabio - sentencia Harry, saliendo, ahora si, del despacho.

La Lista Negra, o The Dead Pool (1988). La música del inicio ya indica que esta puede ser devastadora. De las cinco es la que, por música, inicialmente más parece haber pasado de moda. Es como si estuviese viendo la cabecera de Corrupción en Miami, pero en cutre, musicalmente hablando. Bien es verdad que se recupera, también musicalmente hablando, en no mucho tiempo. Lalo es grande. Y, por suerte, también recuperamos el doblaje de Constantino Romero, famoso Darth Vader y al que yo atribuía los cinco doblajes. Craso error. Solo le dobla en la primera y en la última de la saga. Y en relación al doblaje, indicar también que es la que conserva un “sonido más moderno”, o mas concretamente, menos cascao, más conservado. No recordaba, eso si, que aparecía Jim Carrey cantando Wellcome to the Jungle, de Guns'n'Roses. De ver.

Describo la escena tal como la recuerdo:

Harry está en otra cafetería en la que, nuevamente, alguien intenta delinquir. El chungo tine un rehen y Callahan, antes de sacar su arma, coge una galletita de las de papel con mesaje en su interior.
- Has olvidado tu galleta de la suerte.
- ¿Qué? – dice el malote, poniendo ya cara de saber lo que se le viene encima.
Harry lee el palelito, y vuelve a mirar a su próxima victima y le lee lo que, según el, hay escrito.
- Dice: la has cagado-. Y como no, ahora si saca su arma y se acaba la discusión.

Han pasado un par de días. Ya he terminado el visionado del sucio Harry y ahora escucho la música de Magnun Force, que, siendo Lalo bueno casi siempre, es la banda sonora que mas me ha gustado. Meto en un cajón los cinco momentos al inicio de la películas en los que Clint se encuentra, así, de casualidad, intentos de atraco, de secuestro o de suicidio en los que soltar sus más famosas frases. Me voy sin saber si en su arma le queda una bala o si ya disparó las seis, y me voy pensando en por qué todos sus asesinos necesitan espacios abiertos y grandes para ser capturados –por orden: un estadio de fútbol americano, un puerto de mercancías, la isla de Alcatraz, una verbena con tiovivo conectado 24 horas al día, y un estudio de cine-. Miro una de las revistas de eso, de cine, que pululan por mi salón y, viendo la cuarta de otra saga, me pregunto si, como en Rocky y como en Rambo, no harán en breve un verdadero punto y final para la serie del Inspector Callahan. Teniendo en cuenta que, aunque su productora Malpaso sí que produjo las cinco, el propio Clint Eastwood sólo dirigió una de ellas - Impacto Súbito-, no estaría mal que se interesase por aportar su propia visión del personaje en un momento de esos que le gustan: cuando la edad, las vivencias y las circunstancias obligan al más malo de los justicieros a plantearse como ha sido su vida. Vale que "Sin perdón" era un punto y final para ese tipo de personaje matón que le caracterizó en la mayor parte de su carrera, pero si bien esta era un final para el tito Clint vaquero del oeste, no estaría mal un punto y final para el tito Clint urbanita y justiciero. Aunque claro, como él mismo diría…

Las opiniones son como los culos: Todo el mundo tiene uno.
(Harry Callahan, alias “El Sucio”)

martes, 23 de enero de 2007

Volver Al Triste Laberinto de Salvador


Pues ayer cuando llegué a casa me encontré con que en el mundo.es buscaban un reportero para la próxima entrega de los premios Goya. Para ser seleccionado pedian enviar una carta a modo de presentación, diciendo las cualidades y calidades por las que cada uno pensaba que debía ser el elejido. No decían la duración de ese texto, asique yo me puse a desvariar y al final escribí lo que aqui dejo a continuación. Eso si, cuando he ido a enviarlo es cuando he visto que pedian un tamaño concreto, y más bien pequeño, de texto. Aquí lo dejo integro para quien lo quiera leer.

"Volver Al Triste Laberinto de Salvador.

A las 2.50 de la mañana llego a mi casa tras haber estado primero en el cine y luego tomando algo más que el camino de vuelta a casa. Entro en la red para revisar las últimas noticias del día, para adquirir esa pequeña depresión que suelen provocar los acontecimientos del mundo. Decido relajarme –para lo mismo que fui al cine- y bajo la vista hacia los titulares deportivos y culturales. Ahí, alojado en la mitad inferior de la página, veo este anuncio en el que se pide la ayuda de alguien para contar lo que pase en la próxima entrega de los Goya. Leo las bases del “concurso” y me decido a enviar esta carta o mail de presentación no solo para presentarme, sino también para tener una nueva excusa con la que dejar volar mi imaginación, y un nuevo motivo para permitir a mis dedos que naveguen sobre el teclado. Mientras, en mis cascos conectados al ordenador, la voz del melódico cantante de Coldplay parece acompañarme en mi nueva misión, acariciando mis oídos con la frase “Nobody said it was easy”. A la voz inglesa que suena, casi como llamada en un rezo o en un rito Vudú al más puro estilo Bitelchús, aparece ante mi, sin que nadie la haya invitado, the Virgin of Guadalupe, y tras ella, como no podía ser de otra manera, la canosa cabeza –y el resto del cuerpo- de Pedro Almodóvar. Me mira con intención de hablar, pero le callo con la mano un instante pues en la tele acaba de comenzar una película, española para mas señas, llamada “La guerra de los locos”. Tras comprobar que, efectivamente, se trata de una historia más sobre nuestra guerra, dejo de mirar a Juan Luis Galiardo en la pantalla de 4/3 y me concentro en lo que me tenga que decir uno de los nominados de este año. Pedro, tras ayudar a sentarse a la Virgen en el cómodo sofá que inunda mi salón, me mira con ojos intrigados y llenos de ansiedad:


- ¿Crees que voy a “Volver” a ganar el Goya? –me pregunta.

Yo no sé que contestarle, y para no mentirle ni quedarme callado, le digo lo primero que se me pasa por la cabeza.

- Tranquilo. No pienses en los Globos de Oro.
- Si lo hago, me vuelve la gripe –contesta.

Se queda callado, mirándome, mientras yo sigo tecleando en el ordenador. De vez en cuando mira la pantalla, como observando lo que escribo sobre él. Por eso paro y, despidiéndome de él con una mano, con la otra continuo preguntándome que es lo que pasará sobre la próxima alfombra roja goyística. Y aunque la época no es la misma y no es un pintor sino un escritor, no sé muy bien por qué –aunque si sé que me viene muy bien- aparece ante mi la perilla acompañada de anteojos que forma la inconfundible estampa de Quevedo. Le miro, no sabiendo si hablar con el personaje o con Echanove, y, echándole “un par de”, me decido a imaginar, con la mayor de las disculpas, lo que me diría uno de los dos:

No se trata de ganar,
no es lo importante participar.
Hay que permanecer.
Un cuadro en la memoria,
eso aspiramos a ser.

Miro al bueno de Francisco, y cuando estoy a punto de darle la noticia de que aún se le recuerda, Juan Echanove mira a la enorme pantalla de mi televisor y, agarrando un pedete lúcido de los que no se olvidan fácilmente, saluda al Juan Luis Galiardo que coprotagoniza la película que acompaña esta narración.

- ¡Mira el Chepa! –exclama-. ¡Que gratos recuerdos de Turno de Oficio! ¡Que charlas más amenas y divertidas!
- ¿No charlabas con Viggo?
- Si… pero apenas se le entendía.

Alatriste… triste triste. Me deprimo un poco con su recuerdo, y tengo durante unos instantes la tentación de abandonar esto que escribo, levantarme, ir al baño, coger del bidé “Corsarios de Levante” y continuar leyéndolo hasta que olvide por completo la sexualidad de Fray Emilio Bocanegra y el universal acento indeterminado del mejor amigo humano de los Hobbits.
De repente, tras yo pensar en extrañas criaturas, Juan se lleva las manos a la cara, poniendo las palmas pegadas a los cristales de sus gafas quevedianas. No sé muy bien lo que hace, ni por qué, hasta que en el dorso de sus manos, a la altura de sus lentes, se abren dos parpados. Mirando esos hipnóticos y terroríficos ojos, me doy cuenta de que ante mi ya no tengo a un literato, ni siquiera a un hobbit o a un elfo, sino un fauno cabreado porque, en mi imaginación, he debido de morder una de sus magnéticas manzanas. Intento decir algo, pero los nervios provocan que de mi boca no terminen de salir las palabras.

- P…P…Por…s…s…si…s…sirv…sirve…d…d…de algo…l…la p…pel…pel…película…m…me…gus…sss…gustó…m...m…mucho.

Como si mi repentina tartamudez fuese tan magnética como las frutas del fauno, Sergi Lopez aparece ante mi con la indumentaria de ese pedazo de cabrón que tan bien interpreta en la p…pel…película.

- Te estas metiendo tu solo en el laberinto –me dice mientras con su mano derecha saca, de la funda, lentamente su pistola-. Ten cuidado no te vayas a quedar dentro.

En su mano izquierda, observo aterrado, sostiene unas tenazas que imagino correosas y oxidadas. Cuando estoy a punto de responderle algo, suenan disparos en mi televisor. Giro mi cabeza y veo gente uniformada que acaba de ejecutar a alguien. Es uno de los locos de la película que siguen emitiendo, pero la excusa es perfecta para que Daniel Brühl desplace de mi presencia al monstruo fauno y al monstruo humano.

- Estoy seguro –dice sentándose en mi sofá a la vez que saca un cigarrillo- que cuando viste Good Bye Lenin! no pensaste que hablase perfecto castellano.
- Confieso –digo avergonzado- que aunque he visto el film que nombras, la que aún no he visto es Salvador.
- Aún tienes tiempo antes de la gala.
- Lo sé.

Salvador, Daniel, sonríe. Levanta su brazo izquierdo y, chascando los dedos, desaparece. Vuelvo a estar solo en el salón, con mis teclas y mi imaginación. La película de La2 ha acabado, y decido terminar con este texto antes de que empiecen a visitarme los personajes del culebrón que emiten a continuación.
Me despido de la gente que vaya a leer esto y salvo el archivo. Aún no lo envío porque quedan varias horas para que pueda hacerlo. Apago el ordenador y me sitúo bajo las mantas, dispuesto a soñar con el cine de las sabanas blancas. Pero este año mis sabanas no son blancas, ni rojas como la alfombra que no creo que visite, más bien tienen un color… como describirlo… ah!… si!… Azuloscurocasinegro."




lunes, 15 de enero de 2007

Hoy toca explicarlo


He llegado de Holanda hace menos de dos horas. Mi cuerpo, mi ordenador y mis dedos están de nuevo en Madrid, pero el jetlag, inexistente en realidad pero palpable en mi cerebro, hace que esta mente mía aún esté "pensando en holandés". Miro a la pantalla... se que están las letras... a mi izquierda, mi tele, enorme... pero si describo lo que veo no es un pantalla, ni letras, ni una tele... Aún respiro y parece que puedo oler la fresca sensación de esa brisa marina en medio de la llanura. Digamos, sencillamente, que las gaviotas aún revolotean sobre mi cabeza.
Pero allí no solo he encontrado holandeses, quesos, quesos holandeses, bicicletas, canales -no precisamente de tv- y tranquilidad, sino que también ha sido necesario que cogiese un avión e hiciese dos horas de vuelo para descubrir y reencontrar el mundo de los Blogs.
Mi visita a Netherland, además de ponerme en bandeja conocer las ciudades y pueblos del lugar, también me ha permitido pasar unos deliciosos días en compañía de mis amigos expatriados Manolin, Marta y el pequeño Raúl. Desde aquí, desde Madrid, ya habia seguido su estancia emigrante a través de internet... chateando... audioconferenciando... videoconferenciando... y gracias a que Juanma -o Manolín- por su parte, habia estado blogeando.
En estos días holandeses que hemos pasado juntos hemos “jugado” bastante con esto de contar las experiencias, y lo que sea, en este mar de páginas virtuales. Cuando llegué a Amsterdam -concretamente a Hoofddorp-, Manolo -o Manolin- estaba con gripe –pillada aquí, en Madrid, en Navidades. Yo, afortunadamente, me libre de caer enfermo, pero el virus de los Blogs es posible que si me haya pillado. No lo sé, y no se si hablaré/escribiré o de qué hablaré/escribiré. Aquí estaré. Things to do Today.
Thanks Manolo and Family. Take care.